viernes, 22 de agosto de 2008

Catarsis protocolaria, innecesaria, y un poco acida.


No limpiaré los tiestos que dejaste al galopar lejos de mí con tu reptilezca cola multicolor.
Buscaré un lugar mejor para dormir, fuera de tu elástica piel que ayer me abrigara recelosa.
Ya no me interesan las migajas, ni mis manos quieren soportar penosas esperas.
Se ahorcó mi fría paciencia dejando manchada mi cama de caricias boceteadas a medio terminar.
Ya mis dientes no quieren saborear medios tonos de cuerdas inseguras, balbuceantes.
Ya mis palabras se agotaron en bocanadas insensatas, y amaneceres sin sentido.
Los insulsos pajarillos matutinos ya no se burlaran de mi insomnio, condimentado con microondas cercanas.
Ya no me importan las excusas, porque no hay distancias reales.
Se desintegró la condescendencia por las decisiones no tomadas, y se pudrieron los aplazamientos.
No se escribirá con mis costillas otra noticia amarillista, otro borbotón de mentiras.
Mi piel ansiosa explotó de inanición, y el lobo saliva su apetito animal nuevamente.
Mis escamas se convirtieron en alas, mis espinas se volvieron a afilar.
Mi coraza tiene una nueva capa, y la amargura aulló por vez final.

Pablo Pérez Sibaja
Agosto 2008